CORPUS CHRISTI

I Y me miro con el eco de mil luciérnagas, con su trenza de caracolas y sus millones de estrellas colgadas de su rostro.  II Y así sin mas entro a mi vida como un  vendaval de navajas afiladas, cortando todo hilo que me unía a mis recuerdos... Nací de nuevo. III Y bebió un sorbo del café mientras la veía alejarse... Doblo su pañuelo y fue por ella. IV Recuerdo estar allí parado frente a esa higuera, recuerdo que dolía hasta los huesos, recuerdo esa sonrisa que no era por mi. V Comenzó como comienzan las grandes historias, una brisa de verano... Una sonrisa tierna y una mirada.... 

Y repentinamente se escucho un estruendo, devorando la pequeña choza... la tierra se abrio y se llevo lo que habia construido...

...y caronte rió ante la suplica forzada de aquella alma al borde del río...

 Aun sueño con tus dagas, profundas; con tus montes florecidos, tu magicos espejos que me mostraban el abismo,  Aun sueño con las puertas abiertas, las columnas, las cortinas, los balcones y los temblores. Aun sueño con la cascada de piedra y la mirada, los caballos montados y las encrucijadas... Deseo las sabanas, los portales, los muslos y los   cantares, deseo la luna llena y los juglares... Las manos y los pulgares, los simples y los despojos, los ruidos y los suspiros, las uñas y los dientes, los sollozos y los quejidos, los labios y los oidos... Deseos de La alcoba y sus secretos.

Quiero llorar mi pena y te lo digo para que tú me quieras y me llores en un anochecer de ruiseñores, con un puñal, con besos y contigo. Quiero matar al único testigo para el asesinato de mis flores y convertir mi llanto y mis sudores en eterno montón de duro trigo. Que no se acabe nunca la madeja del te quiero me quieres, siempre ardida con decrépito sol y luna vieja. Que lo que no me des y no te pida será para la muerte, que no deja ni sombra por la carne estremecida. Federico García Lorca,    Sonetos del amor oscuro