FRANCISCO, SANTO

¡Oíd, oh fieles! La historia de San Francisco de Asís, un siervo de Dios que brilló como una estrella en la oscuridad de este mundo.

En el año del Señor de 1181, en la ciudad de Asís, Italia, nació Francisco, hijo de Pietro di Bernardone, un rico mercader, y de lady Pica. Desde su juventud, Francisco fue un joven alegre y pródigo, pero un encuentro con un leproso cambió su vida para siempre.

Un día, mientras cabalgaba, Francisco se encontró con un leproso y, en lugar de evitarlo, se acercó y le dio todo el dinero que llevaba. Este acto de caridad fue el comienzo de su conversión. Francisco comenzó a frecuentar la iglesia de San Damián, donde escuchó la voz del Señor:

"Francisco, repara mi casa que está en ruinas."

Entendiendo que se refería a la iglesia, Francisco vendió sus bienes y comenzó a restaurarla. Su padre, enfurecido, lo desheredó, pero Francisco no se arredró.

En 1209, Francisco recibió la llamada del Señor para predicar. Se deshizo de sus posesiones y se vistió con un hábito simple. Junto a sus primeros discípulos, Clareno y León, fundó la Orden de los Frailes Menores.

Su mensaje de amor, paz y pobreza resonó en todo el mundo. Francisco predicó a los animales, a los pájaros y hasta a los peces. Su amor a la naturaleza era tan grande que se dice que los animales se acercaban a él como si fueran sus amigos.

En 1224, Francisco recibió los estigmas, las marcas de la pasión de Cristo, en la montaña de Alvernia. Dos años después, su cuerpo debilitado por la enfermedad y la austeridad, Francisco cantó su cántico de partida:

"Altísimo, omnipotente, buen Señor...".

Murió el 3 de octubre de 1226, en la ciudad de Asís. Su cuerpo fue enterrado en la iglesia de San Jorge, pero pronto fue trasladado a la Basílica de San Francisco, donde reposa hasta hoy.

¡Oh, fieles! San Francisco de Asís nos enseña que la verdadera riqueza está en la pobreza, la humildad y el amor a Dios y a su creación. ¡Sigamos su ejemplo y caminemos en la luz del Señor!

¡Que Dios os bendiga!