TANEDA SANTŌKA: EL MONJE ERRANTE
La poesía de Santōka es un espejo de su vida: cruda, directa y profundamente conectada con la naturaleza. Sus haikus son más que simples observaciones; son reflexiones de un alma que ha conocido el dolor, la soledad y la belleza efímera del mundo.
No tengo hogar.
El otoño se vuelve inhóspito.
Sobre mi cabeza
el ardiente cielo estival:
mendigando y caminando
Mi cuenco
de mendigar
acepta hojas caídas.
Las montañas, el mar…
Tengo agotado el corazón
de tanta hermosura.
Profundamente emocionado
por seguir vivo
es hora de remendar mis ropas.
Precisamente en primavera,
esta sensación de vacío…
¡en el estómago que llevo a cuestas!
Envejeciendo,
añorando mi pueblo natal.
Tsu-ku-tsu-ku-boshi.*
(*Nota: el tsukutsukuboshi –Meimuna opalifera– conocido con este particular nombre en Japón como onomatepaya de su canto, es una cigarra que se encuentra únicamente entre julio y octubre, después de lo cual no se le vuelve a ver; por esta y otras razones, dicho insecto se asocia con la melancolía y la nostalgia en la cultura del país.)
Días desagradables,
días en que no camino, días sin bebida,
días sin haiku.
Nada puedo hacer.
Mi vida de contradicciones
llevada por el viento.
Este viaje
Un viaje sin fin
Tsu-ku-tsu-ku-boshi.
La belleza de la puesta de sol
no muestra pena alguna
por la vejez.
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