EN EL BORDE
De la imaginacion
Dejame contarte una historia, la cual tal vez no paso nunca, o si; dejame hacerte viajar conmigo en el tiempo donde no había sufrimiento, aya arriba ala montaña, de aya de donde venimos muchos, y donde la esperanza reina, donde no hay ausencias donde no hay regresos porque nunca nos fuimos, aya donde el día es bello y la noche tranquila. En la frescura de la noche, en el frescor del agua del rio, en el acantilado verde aya mismo- decía el anciano- donde podías caminar, correr y volar, donde podías tocar el sol y la luna, donde podías soñar y crear... de aya venimos muchachos y aya debemos ir.
No paraba de hablar sus ideas eran entre si rebuscadas y fuera de toda lógica, amanecía y oscurecía con tal velocidad en sus historias que no era fácil distinguir el día de la noche, o el tiempo continuo, se movía por el espacio con tal fuerza, que era difícil seguir las distancias, era simplemente una locura escucharlo; pero lo hacia... siempre lo veía, lo escuchaba, lo reconocía...
Su faz detrás de esa fogata, su voz detrás de esa barba, su mirada tan profunda y apartada, el no era igual al resto de los hombres de este pueblo, había llegado hacia un par de meses, vivía en una choza de tela y ramas secas, hechas con lodo, comía lo que encontraba y lo que al el llegaba, las mujeres de la aldea le llevaban comida de vez en cuando, se levantaba poco, siempre sentado como absorto de la realidad que estaba frente el; siempre callado, solo en las noches hablaba y contaba sus historias...
Su nombre nunca lo conocí, desde que llego me senté junto a el, escuchando....
pero esa noche frente a esa fogata, el mismo se ardió... como madera ardió... y lentamente al cielo subió...
No paraba de hablar sus ideas eran entre si rebuscadas y fuera de toda lógica, amanecía y oscurecía con tal velocidad en sus historias que no era fácil distinguir el día de la noche, o el tiempo continuo, se movía por el espacio con tal fuerza, que era difícil seguir las distancias, era simplemente una locura escucharlo; pero lo hacia... siempre lo veía, lo escuchaba, lo reconocía...
Su faz detrás de esa fogata, su voz detrás de esa barba, su mirada tan profunda y apartada, el no era igual al resto de los hombres de este pueblo, había llegado hacia un par de meses, vivía en una choza de tela y ramas secas, hechas con lodo, comía lo que encontraba y lo que al el llegaba, las mujeres de la aldea le llevaban comida de vez en cuando, se levantaba poco, siempre sentado como absorto de la realidad que estaba frente el; siempre callado, solo en las noches hablaba y contaba sus historias...
Su nombre nunca lo conocí, desde que llego me senté junto a el, escuchando....
pero esa noche frente a esa fogata, el mismo se ardió... como madera ardió... y lentamente al cielo subió...
Oma Mohammed Ben constantin
"En el borde" 2010
"En el borde" 2010
Comentarios
como siempre, la imagiacion al mil%, la cual permites q la de los demas tmb se abra, y experimentar emociones e imaginaciones nuevas q alimentan el Espiritu...
no necesito mas para agradecerte de nuevo q abras mentes, corazones y ojos a la voluntad de Dios!!!
Gracias Javi!
tqm
besitos
cris