CUARESMA, TOMATE EN SERIO LA CONVERCION
iniciamos hoy, Miércoles de Ceniza, el camino cuaresmal: un camino que se extiende durante cuarenta días y que nos lleva a la alegría de la Pascua del Señor. En este itinerario espiritual no estamos solos, porque la Iglesia nos acompaña y nos sostiene desde el principio con la Palabra de Dios, que encierra un programa de ida espiritual y de compromiso penitencial, y con la gracia de los Sacramentos.
Son las palabras del apóstol Pablo las que nos ofrecen una consigna precisa: “os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Pues dice él: 'En el tiempo favorable te escuché y en el día de salvación te ayudé'. Mirad ahora el momento favorable; mirad ahora el día de salvación” (2Cor 6,1-2). En verdad, en la visión cristiana de la vida cada momento debe decirse favorable y cada día debe llamarse día de salvación, pero la liturgia de la Iglesia refiere estas palabras de modo muy particular al tiempo de la Cuaresma. Y que los cuarenta días de preparación de la Pascua sean un tiempo favorable y de gracia lo podemos entender precisamente en la llamada que el austero rito de la imposición de las cenizas nos dirige y que se expresa, en la liturgia, con dos fórmulas: “Convertíos y creed en el Evangelio”, y “Recuerda que eres polvo, y al polvo volverás”
La primera llamada es a la conversión, palabra que hay que tomar en su extraordinaria seriedad, descubriendo la sorprendente novedad que encierra. La llamada a la conversión, de hecho, pone al desnudo y denuncia la fácil superficialidad que caracteriza muy a menudo nuestro modo de vivir. Convertirse significa cambiar de dirección en el camino de la vida: pero no para un pequeño ajuste, sino con una verdadera y total inversión de la marcha. Conversión es ir contracorriente, donde la “corriente” es el estilo de vida superficial, incoherente e ilusorio, que a menudo nos arrastra, nos domina y nos hace esclavos del mal o en todo caso prisioneros de la mediocridad moral. Con la conversión, en cambio, se apunta a la medida alta de la vida cristiana, se nos confía al Evangelio vivo y personal, que es Cristo Jesús. Su persona es la meta final y el sentido profundo de la conversión, él es el camino sobre el que estamos llamados a caminar en la vida, dejándonos iluminar por su luz y sostener por su fuerza que mueve nuestros pasos. De esta forma la conversión manifiesta su rostro más espléndido y fascinante: no es una simple decisión moral, que rectificar nuestra conducta de vida, sino que es una decisión de fe, que nos implica enteramente en la comunión íntima con la persona viva y concreta de Jesús. Convertirse y creer en el Evangelio no son dos cosas distintas o de alguna forma sólo cercanas entre sí, sino que expresan la misma realidad. La conversión es el "sí" total de quien entrega su propia existencia al Evangelio, respondiendo libremente a Cristo, que primero se ofreció al hombre como camino, verdad y vida, como aquel que lo libera y lo salva. Precisamente este es el sentido de las primeras palabras con las que, según el evangelista Marcos, Jesús abre la predicación del “Evangelio de Dios”: “"El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva" (Mc 1,15).
¡Queridos amigos! Mientras nos apresuramos a emprender el austero camino cuaresmal, queremos invocar con particular confianza la protección y el auxilio de la Virgen María. Que sea Ella, la primera creyente en Cristo, quien nos acompañe en estos cuarenta días de intensa oración y de sincera penitencia, para llegar a celebrar, purificados y completamente renovados en la mente y en el espíritu, el gran misterio de la Pascua de su Hijo.
¡Buena Cuaresma a todos!
SS Benedicto XVI
Comentarios
x cierto lo k acabo de leer de la cuaresma si sabia mas o menos acerca del tema pero no tan profundo como me lo haces ver aki jejejeje gracias x enseñarme mas de las cosas de diosito....
te mando un beso y cuidate mucho
tqm
besitos
cris