POESIA SENSUAL
Sola. Al otro lado
de mi voz distante.
Por tus labios tus ojos
desazón, mar de espejos
pronto a quebrar
en infinitos vidrios.
Raudas mensajeras
febril anidas. Manos
blandas del aire, albas.
Celaje tu boca, trémula.
Te viertes plena
como en mis brazos.
¡Ah vastedad
Ic rasgada por un beso!
Enervas las palabras
hasta la ausencia. Verso
blanco, viento.
Callas
y dices de ti más
que un enjambre de verbos
diluyéndote.
Adagios, cálices.
Contigo al otro lado
de mi voz distante.
De "A este lado del alba"
( España, 1958 )
ALGÚN DÍA
Algún día te escribiré un poema que no
mencione el aire ni la noche;
un poema que omita los nombres de las flores,
que no tenga jazmines o magnolias.
Algún día te escribiré un poema sin pájaros,
sin fuentes, un poema que eluda el mar
y que no mire a las estrellas.
Algún día te escribiré un poema que se limite
a pasar los dedos por tu piel
y que convierta en palabras tu mirada.
Sin comparaciones, sin metáforas;
algún día escribiré un poema que huela a ti,
un poema con el ritmo de tus pulsaciones,
con la intensidad estrujada de tu abrazo.
Algún día te escribiré un poema, el canto de mi dicha.
( Colombia 1947 )
AMÉ SU CUERPO ENTONCES
Amé su cuerpo entonces y su alma.
Su piel fue para mí la tierra firme;
la soñé como un sexto continente
no registrado en mapas todavía.
Soñé con la bahía de su boca.
Su pelo era una selva virgen
que abría su misterio mineral y oscuro.
Soñé con las ciudades de sus pechos.
Los ríos de las venas que afloran en su piel
eran rutas abiertas
a la navegación y al gozo.
Se podía viajar en su mirada.
En las blancas llanuras de sus manos
yo cultivé el maíz y buenas relaciones.
Después no pude estar sino en su cercanía.
OTTO RAÚL GONZÁLEZ
( Guatemala, 1923 )
Como si fuera un rito
dejé por las cubiertas
las ropas que oprimían
mi piel y mis deseos.
En la quietud serena,
oscura, de la noche
quedé desnudo y libre
en actitud de entrega.
Estrellas infinitas
gimieron en mis brazos
y yo gemí con ellas
sediento, enamorado.
Estuve como un dios,
minutos, tal vez horas,
desnudo y voluptuoso
engendrando galaxias.
Los cúmulos trajeron
la lluvia hasta mi pecho
que fue corriendo dulce
en brazos, vientre, sexo...
Desnudo fui tomando
el mundo que dejara
y fui de nuevo el hombre
de los cansados ojos
y las cansadas ansias.
ARIEL CANZANI
( Argentina )
Cuando ella se viste,
la lenta transfonnación de un cuadro veo.
Cuando ella se viste mientras llueve
y queda presa en el terrible lacrimario,
destilan sangre las acacias.
Como una criatura carroliana
introduce sus piernas en las medias de cristal,
y los peces de cera crepitan:
acaba de arrojar un puñado de diamantes contra el suelo.
Se sigue vistiendo
y lenta
transfonna su cuerpo.
Su cuerpo es una nave de conquista que surca aguas de nadie;
el trauma corrosivo de la gran ciudad.
Se tambalea el cuarto bajo su paso romano,
mientras una brocha llorosa
pinta de color su indumentaria;
la tristeza del negro para su jersey,
el alegre fresa para su falda de metal.
Como un áspid el collar se enrolla a su garganta;
son siete vueltas de dolor.
Luego, las oscuras sombras de los ojos,
dibujadas con una línea de carbón
que enarca también las cejas del orgullo.
Así queda la memoria, o el olvido,
en su mirada de ultratumba.
Fuera, en la calle, ha dejado de llover.
Negros son los zapatos de largo tacón
que impulsan su figura.
Y tras la última contemplación ante el espejo
resuena la hoja de la puerta y se va.
Se va.
Se ha ido.
Por la calle traspasada de un fuerte olor a tierra y pasto,
camina.
Queda en la estancia,
entremezclado,
el delicado perfume de rabanne
y reinando en la recia mansedumbre del orden,
el aroma, inextinguible, de su ausencia.
"De Elegía y noviembre de la luz"
( España, 1948 )
DE SÓLO IMAGINARME...
De sólo imaginarme que tu boca
pueda juntarse con la mía, siento
que una angustia secreta me sofoca,
y en ansias de ternura me atormento...
El alma se me vuelve toda oído;
el cuerpo se me torna todo llama
y se me agita de amores encendido,
mientras todo mi espíritu te llama.
Y después no comprendo, en la locura,
de este sueño de amor a que me entrego;
si es que corre en mis venas sangre pura,
o si en vez de la sangre corre fuego...
ALICIA LARDE DE VENTURINO
( El Salvador )
ELLA
Ella está hecha a semejanza de las cosas que amo.
Se parece a la noche,
o mejor: a una noche sin ausencias.
Ella es exacta.
Cuando la noche escurre, su cuerpo se humedece.
Me permite trepar por mis temblores
y agitar su nombre desde la oscuridad.
Ella es irrepetible.
Nació en las piedras donde empieza mi desorden.
EDUARDO LANGAGNE
( México )
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