JERUSALEN: LA CALDERA DORADA

Me despierto tranquilamente, de un sueño placido, de una paz, que en mi vida no había sentido, era algo complicado de describir; allí en mi esquina, en mi recoveco, en mi pedazo de tierra donde duermo, debo levantarme, ir a pastar con las cabras, allá al valle de nuevo, alejarme de esto por un momento mas, una rutina que parecería para siempre...

Antes de amanecer la voz gritona de mi padre me hace levantar, mis hermanos habían llegado a casa, pasaban por Jerusalén, estaban aquí no puedo creerlo, años de vicisitudes, desesperanzas y complicaciones, los héroes regresaban a casa, que felicidad sentía, hace mucho que no los veía, hace mas que no los recordaba, salimos todos a su encuentro, los abrazamos gritamos, nos r4ecibieron con un seco abrazo y un -vamos para dentro, pronto- mis hermanos y hermanas estábamos deseosos de escuchar sus historias, sus aventuras, sus momentos...

No eran los hermanos que recordaba, el brillo de sus miradas se había acabado, parecía no ser felices, había rabia, dolor y más rabia en sus ojos, eran rojos como las bestias del desierto, su cara marcada por las cicatrices de guerra, ellos no eran mis hermanos... o no los reconocía...

Mi padre los recibió con alegría, mi madre los abrazo con amor, y a la, mesa se entraron con los mayores, a discutir, venían a la ciudad porque su fraternidad había sido rota, su pequeña brigada de Celotes había sido desmembrada y su líder apresado después de darle muerte a dos oficiales, allí apareció ese nombre-Barrabas- le decían...

Estaban allí no para quedarse, estaban allí para rescatar a su líder, y compatriota, varias brigadas de Celotes habían subido a Jerusalén, confundiéndose con los peregrinos, que venían de todo Israel, preparaban un golpe para sacarlo a el, y algunas mas presos políticos de los romanos,
-eso es mas que una suicidio-decía mi padre. -si, lo se, padre un suicidio, pero por mi nación doy la vida, y por mi Dios, mi corazón, antes que todo, a esos impuros y perros romanos debemos correr-replicaba mi hermano, mi padre no alcanzaba a entender lo que decían sus hijos, la misión era demasiado arriesgada y allí en la ciudad, las legiones estaban completas, no habría oportunidad de nada, ellos estaban condenados ala muerte...

Eliab replicaba que no habría problemas, estaban preparados, porque esta vez no solo serian los Celotes los que pelearían sino todo el pueblo, hablo de un Judas, un sicario, de la orden de Judá, que seguía en las filas de un rabí, llamado Yehuda-mi corazón se helo en ese momento, el maestro a quien había visto ayer, el pretendía crear una revuelta, una insurrección a Roma, una pelea fraticida que desencadenaría la muerte de mucha gente- no lo podía creer-no el no. replique;- tranquilo y calla- grito mi padre, mis hermanos me vieron con sus ojos y me atemorice, hablaron de otro de ellos, un Simeón, que también se les había unido, a los seguidores de este rabí, habían peleado con el hacia tiempo, lo conocían como el oso, por su fiereza, por su celo de Dios, y su poder de acabar con sus encargos, hablaban que había matado a varios hombres solo con sus brazos, asfixiándolos y rompiéndoles la cabeza solo con sus manos...

Horrorizado salí a tomar aire, la mañana comenzaba y los gallos cantaban de nuevo, mi madre se apresuraba con las tortas para el desayuno de sus hijos, "los héroes", estaba confundido, no entendía porque no les creía a mis hermanos, que los conocía desde siempre, y creía en la paz de ese maestro, al que solo vi. En una ocasión, solo ayer, y creía conocerlo...

Mi padre no saco el rebaño, con la platica anterior prefería cuidar a su familia y exponerla lo menos posible, al parecer las autoridades ya estaban alertadas por estos movimientos, por los q los patrullajes romanos serán mas intensos de la noche ala mañana, pero yo tenia que saber que pasaba conmigo, debía ver a ese Yehuda de nuevo, hablar con el si es posible, saber que pretende, solo que no se como podría hacerlo...

Al abrir el taller, mi padre se preparaba para otra jornada, y de inmediato salio a su paso, Elimas de nuevo igual que ayer con noticias, hablaba del maestro Yehuda de nuevo, que llego ala ciudad con palmas y vítores, como un rey montado en una burra, y rieron de nuevo, no entendía porque pero eso me enfurecía, siguió hablando, dice que se fue montado hasta la entrada del templo, y allí se enfureció con el gentío que trabaja y labora allí, y tomando una cuerdas empezó a azotar todo, derribo las monedas de impuesto, golpeo la jaulas de las palomas, saco los bueyes, corderos y cabras, del atrio, el y sus seguidores, empezó a gritar "que la casa de su padre era casa de adoración no un mercado" se armos un alboroto, los comerciantes salieron en la caza de sus animales y a recoger su dinero, algunos de la muchedumbre empezaron a tomarlo, de verdad te digo Farfán un escándalo- comentaba.

Farfán mi padre no lo podía creer, quien se creía ese Galileo, para venir a hacer eso, con que autoridad se manifiesta, para esas barbaridades, como lo permitieron los sacerdotes y levitas, que insulto, que blasfemia sobre las blasfemias ese hombre debería morir apedreado, lo digo de nuevo, morir apedreado- comentaba entre refunfuños y entre dientes- y donde esta ese hombre-pregunto-, Elimas dijo: parece que se fue a Betania.

Mi padre me mando a entregar un jarrón a la casa de Eleazar, un buen hombre de la corte de Herodes, político, que agradaba el trabajo de mi padre, así que aprovechando la oportunidad iría en busca de ese rabí.

Camine con Abihu, mi mejor amigo, que no había entrado en esta historia de no ser por mi mismo, ni habría conocido al maestro, por mi cuenta, solo seria un recuerdo, pero también es parte de este momento mágico de mi juventud, caminamos fuera del templo preguntando por el maestro alguien nos comento que estaban dentro y fuimos, metiéndonos entre la muchedumbre, estaba parado en el pórtico sobre las escalinatas, en el publico, allí hablaba fuerte y claro, tan bien lo hacia que mi corazón ardía de amor y fe, hablaba con cuentos e historias, enseñaba con maestría, y sus historias eran fáciles de digerir, hablaba de las escrituras con entendimiento, que incluso ni mi padre que las estudiaba desde hace 40 años lo había logrado una simpleza tal. maravillas- termino una de estas historias y fue alcanzado por las autoridades, salieron a su paso y le dijeron:

-Con que autoridad haces todo esto- el les contesto:- yo les haré otra pregunta, y les contestare la suya, ¿con que autoridad bautizaba Juan, con la de Dios o la de los hombres?, se juntaron y dijeron-no lo sabemos- el les contesto,-pues yo no les diré la MIA-

y siguió hablando, varias de esas historias, en una de ellas postro su mirada de nuevo contra mi, que sensación tan hermosa, nunca igualable ni cuando me case, ni mi primer hijo, ni nada, ese momento de verdad todo cambio en mi, me pidió que me acercara, me hablo al oído y dijo:.-tu padre se molestara lleva ese jarrón a Eleazar-...

Me aleje con pasos para atrás, mi corazón golpeaba tan duro que solo eso escuchaba, se sonrió de nuevo hacia mi, y con un gesto de la mano me dijo-anda ve-no lo podía creer, como supo eso, como era posible, que pasaba, quien era ese hombre, como era que hacia eso, Dios, tantas preguntas, no se como llegamos ala casa de Eleazar, les entregamos en jarrón, pagaron y regresamos, pase por el templo y corrí de nuevo hacia el, me vio y de nuevo ese gesto-ve a tu casa- simplemente incomprensible, simplemente maravillosazo...

Llegue a mí casa, respiraba lentamente, y parecía lejos de mi, mi mente aun no entendía, intentaba, pero no acertaba nada, me senté en el torno de ayudante y empecé a hacer jarrones, jarras, platos, vasos, no lo se, solo tenia la necesidad de lograr algo bello, no sabia para que o porque solo, sentía la necesidad de hacerlo y hacerlo pronto, todo ese día estuve trabajando, el torno y el horno, un jarrón en especial me motivaba, lo decore lo mas hermoso q mis manos torpes podrían, y al terminarlo ya el sol se había puesto, así que me fui con mi padre a casa.

Mis hermanos estuvieron fuera todo el día, parecía q solo iban a dormir, estaban alertas, todos, afuera los campamentos se ponían, se colocaban las carpas, la gente se preparaba para la pascua, todo estaba listo, solo unos días mas, mañana yo podré ver al maestro de nuevo, solo eso me motivaba, no discutí con mi padre, abrace como nunca a mi madre antes de dormir, a mis hermanos y hermanas, aun a los dos mayores solo un momento de mi paz, para ellos, solo un suspiro, y allí solo me fui a mi rincón a mi pedazo de mundo que ahora parecía el mas grande y bello del mundo...

2da Parte

Oma Mohammed Ben Constantin
"Semana Santa" 2008
Del diario de Eliud Ben al-Farfan