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Mostrando las entradas de agosto, 2024

SAN RAMON NONATO

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Permítanme venir a contarles una de esas historias medievales donde la santidad y el destino están entremezcladas.  Corría el año 1200 este niño nacido en Portell, una pequeña localidad del sur de Hispania, concretamente en el reino de Aragon. Su nombre real era Ramón de Peñafort.  Su nacimiento fue particular, ya que llegó al mundo por cesárea, una práctica poco común para la época, con la particularidad de que fue extraído del útero de su madre cuando ella estaba muerta. Por este motivo adquirió su epíteto: Nonnatus (no nacido, en latín).  Si su nacimiento ya había sido muestra de su vida, las virtudes colmaron a este joven, se hizo miembro de la orden de los Mercedarios, fundada por San Pedro Nolasco para el rescate de cautivos católicos en manos de musulmanes del Norte de África.  Fue ordenado sacerdote en 1222, y luego fue superior en varias comunidades de la Orden de la Merced.  Como redentor de cautivos viajó al norte de África, pagó rescate por varios prisioneros y,

SAN JUAN EL BAUTISTA

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Martirio  San Juan Bautista es considerado uno de los mártires más importantes de la Iglesia Católica. Según la tradición cristiana, San Juan Bautista fue decapitado por orden de Herodes Antipas, el tetrarca de Galilea, alrededor del año 30 d.C. La razón de su martirio se atribuye a que San Juan Bautista había criticado públicamente el matrimonio de Herodes Antipas con Herodías, la esposa de su hermano Felipe, lo que era considerado un acto inmoral según la ley judía. Herodías, enfurecida por las críticas de Juan, pidió a Herodes que lo matara, pero Herodes se negó, ya que consideraba a Juan un hombre justo y santo. Sin embargo, durante un banquete, la hija de Herodías, Salomé, bailó para Herodes y sus invitados, y como recompensa, Herodes le prometió concederle cualquier deseo que tuviera. Herodías, viendo la oportunidad, instó a su hija a pedir la cabeza de Juan Bautista en una bandeja. Herodes, aunque reluctantemente, cumplió con la petición y ordenó la decapitación de J

INSTRUCCIONES PARA DAR CUERDA A UN RELOJ

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Preámbulo. Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad

SAN CESAREO DE ARLES

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San Cesáreo de Arlés no es un político, no es un literato, sino un monje, un apóstol, un santo. No sintió el atractivo de la cultura profana, no escribió para dejar un nombre tras de sí, aunque no le faltaban dotes que hubieran podido hacer de él un literato: la fuerza del sentimiento, el amor de la belleza, sentido de la moderación. No busca ser original en los libros de teología: acepta las conclusiones y razones aducidas por otros. De su parte pone el fuego de la exhortación, la paternidad del consejo, la persuasión. Y por eso su prosa, que él mismo llama  rusticissima , porque no obedece a las leyes retóricas, sino al afán de hacerse entender por la gente sencilla, discurre limpia y clara, y encuentra el camino del corazón porque nace del amor. Espíritu eminentemente práctico, gran organizador, apóstol y santo, trabaja por la unidad espiritual de Galia, combate los errores dogmáticos de su tiempo, trata de restablecer las buenas costumbres, de afianzar la disciplina eclesiástica, l

TESTAMENTO ESPIRITUAL

Acta Sanctorum Augusti 5 [1868]1, 546 ) SAN LUIS REY  A SU HIJO FELIPE Hijo amadísimo, lo primero que quiero enseñarte es que ames al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas; sin ello no hay salvación posible. Hijo, debes guardarte de todo aquello que sabes que desagrada a Dios, esto es, de todo pecado mortal, de tal manera que has de estar dispuesto a sufrir toda clase de martirios antes que cometer un pecado mortal. Además, si el Señor permite que te aflija alguna tribulación, debes soportarla generosamente y con acción de gracias, pensando que es para tu bien y que es posible que la hayas merecido. Y, si el Señor te concede prosperidad, debes darle gracias con humildad y vigilar que no sea en detrimento tuyo, por vanagloria o por cualquier otro motivo, porque los dones de Dios no han de ser causa de que le ofendas. Asiste, de buena gana y con devoción, al culto divino, mientras estés en el templo, guarda recogida la mirada y no hables sin necesidad, sino ruega de