De origen irlandés, nació hacia el año 1179. Fue militar enrolado en el ejercito de su rey Ricardo Corazón de León, y luego en la compañía de Leopoldo VI, el Glorioso, duque de Austria, se alineó en su escuadrón para ir a España, en apoyo del ejército cristiano de Alfonso VIII que luchaba contra los musulmanes.
En la península, Serapio decidió quedarse al servicio del rey de Castilla, para proseguir luchando en defensa de la fe católica. Allí tuvo la ocasión de conocer a San Pedro Nolasco y a sus frailes que se dedicaban a la defensa de la misma fe, pero no guerreando contra moros, sino sacando de su poder a los cristianos cautivos, empeñando en la empresa sus propias vidas.
Pidió y recibió el hábito mercedario en 1222. Realizó varias redenciones. En la última, que llevó a cabo en Argel con su compañero redentor Berenguer de Bañeres, ahí se les acabo el dinero para seguir pagando por los cautivos y se ofreció quedarse como rehén por algunos cautivos en peligro de renegar.
Su amigo Berenguer fue por el dinero pero no llegó en el tiempo estipulado el dinero del rescate y los moros, defraudados, dieron atroz muerte a Serapio, bajo el reinado de Abu Muhámmad ar-Rashid, fue martirizado por los sarracenos, quienes le ataron a una cruz en forma de aspa y arrancaron los intestinos; luego le cortaron las extremidades
Este rey fue quien regaló a la Iglesia y a la Orden mercedaria este santo mártir, el 14 de noviembre de 1240.
Patrón de los enfermos y Cautivos.
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