Una Urgencia Poética de Existir
No te engañes, alma mía. No viniste a este mundo solo para ser un testigo pálido. La vida no te ha sido entregada como una promesa futura ni como un recuerdo empolvado; es una sinfonía atronadora que suena en este instante preciso.
El Memento Vivere no es un grito de fiesta hueco, sino un recordatorio de que tu existencia es un vasto lienzo. Hemos de dejar de perseguir la quimera de la felicidad perpetua, esa luz cegadora que solo existe en el mito. La vida verdadera es una mezcla de tintes: los grises de las mañanas inciertas, el azul profundo de la melancolía reflexiva, y el verde jade de la esperanza que brota de la tierra húmeda.
Sé consciente. Esta es la única religión que importa. Sé consciente de la desdicha, sí. Ella es el cincel que talla tu carácter, la dura mano que te enseña el valor exacto de la alegría. La desdicha no es tu condena; es el fondo oscuro que permite que la luz de los pequeños milagros brille con más fuerza. Agradece la sombra, pues sin ella, no sabrías distinguir el sol.
Y luego, el Inventario Sagrado de la luz.
Recoge cada migaja dorada de este tiempo fugaz. El calor del café en las manos en una mañana fría. El silencio compartido en el sofá. La carcajada franca que te rompe el pecho. El hilo invisible, pero irrompible, de la Familia, que es tu ancla roja y tu primer horizonte. No esperes a que estos momentos se vuelvan nostalgia para valorarlos.
Míralos ahora, la textura de la piel de un ser querido, el olor de la lluvia sobre el asfalto, la pausa perfecta de un atardecer. Estos son tus verdaderos tesoros, los Grandes Momentos disfrazados de cotidianeidad.
Vive con la esperanza no de que el dolor desaparezca, sino de que tu capacidad para amar, sentir y asombrarte siempre será mayor que cualquier sombra que te alcance.
Memento Vivere: Recuerda vivir. Recuerda que no importa si la copa está medio llena o medio vacía; lo que importa es que tienes la sed y tienes la posibilidad de beber. Cada segundo es un regalo irremplazable, una chispa que tienes el deber de convertir en fuego. Enciende, pues, tu presente, y permite que la esperanza sea la brasa que arde en el centro de tu corazón.
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