LUCANO.

De San Lucas, autor del Tercer Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles, habla San Pablo en la Carta a los Colosenses, definiéndolo como “Lucas, el médico querido” (Col \ 4, 14). Según el historiador Eusebio, había nacido en Antioquía de Siria, y era gentil. Pablo, siempre en la Carta a los Colosenses, nombra primero a “los de la circuncisión”, es decir, a los judíos, sin incluir entre ellos a Lucas (Col \ 4, 10-11). Además, en su Evangelio, Lucas demuestra una sensibilidad particular por la evangelización de los gentiles. Es él quien narra la parábola del Buen Samaritano, es él quien cita las palabras de aprecio de Jesús por la fe de la viuda de Sarepta, de Naamán el Sirio y del Samaritano leproso, el único que vuelve para dar las gracias tras haber sido curado.
Lucas nunca conoció a Jesús en persona, escuchó sobre Él en las diferentes plazas donde atendía. Era un médico nómada, que, como Jesús, curaba a los pobres y necesitados. Con su ciencia sanó a muchos, pero al oír las proezas médicas hechas por un galileo, su interés creció.
Podríamos pensar que Lucas fue el primer médico que certificó los milagros de Jesús. Pudieron ser engañados aldeanos, pueblerinos, pobres y mendigos. Pero no se engaña a un Médico.
El discípulo de Pablo investigó la vida del maestro a fondo y recopiló todo en un libro, que la Iglesia partió en dos: el evangelio que lleva su nombre y los Hechos de los Apóstoles.
Y fue él quien oyó de la madre de Jesús la bendición del ángel... El Magníficat... Que reza nuestro Santo Rosario.
Bendecido Lucas, discípulo de Pablo y el evangelista de los gentiles. El Toro de Dios.
Es posible percibir la característica más original del Evangelio de Lucas gracias a los seis milagros y a las dieciocho parábolas que no se encuentran en los demás Evangelios. Vemos una atención particular hacia los pobres, las víctimas de injusticias, los pecadores arrepentidos y acogidos dentro de la misericordia y el perdón de Dios: es él quien narra de Lázaro y el rico Epulón, es él quien habla del Hijo pródigo y el Padre misericordioso que lo recibe con los brazos abiertos, es él quien refiere de la pecadora perdonada que lava los pies de Jesús con sus lágrimas y los seca con sus cabellos, es él quien cita las palabras de María en el “Magníficat” cuando dice que Dios “derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada” (Lc \ 1, 52-53).


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