La frase “Vincit qui patitur” se traduce como —vence quien persevera— Vence quien Soporta-
En el latín clásico resuena una sentencia que parece haber atravesado siglos con la misma fuerza con que atraviesa al hombre su destino: “Vincit qui patitur”. La victoria no siempre pertenece al más rápido, ni al más fuerte, ni al más astuto; pertenece, en su raíz más honda, a quien sabe soportar, a quien resiste el peso del tiempo y del dolor sin renunciar a su camino.
La historia nos ha legado incontables ejemplos de esta máxima. La frase es un eco directo de la Pasión de Jesucristo. Su victoria sobre el pecado y la muerte no se obtuvo en una batalla con espadas, sino a través de la humillación, el dolor y la muerte en la cruz. Su sufrimiento (patitur) fue el camino hacia su triunfo final (vincit), la Resurrección. Esta frase se convirtió en un lema para los primeros cristianos y los mártires. Estos mártires cristianos, por ejemplo, no vencieron con espadas ni con ejércitos, sino con la paciencia ardiente de quien soporta la persecución en nombre de la fe. Su triunfo no fue inmediato ni visible: se escribió en la posteridad, en la permanencia de una palabra sembrada en medio del sufrimiento.
Pero la frase también guarda un latido poético. La paciencia no es mera espera pasiva, sino el arte de permanecer en medio de la tormenta. Es el árbol que se inclina bajo el viento, pero no se quiebra. Es la semilla que, invisible en la oscuridad de la tierra, soporta el peso del suelo hasta que estalla en brote. En ese sentido, padecer es la forma más pura de luchar, porque en el sufrimiento la voluntad se prueba y la esperanza se revela.
La Biblia lo refuerza en varios pasajes. Por ejemplo, la Carta a los Romanos dice: "...nos gloriamos también en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza." (Romanos 5:3-4). La frase encapsula la creencia de que el sufrimiento, aceptado con fe, purifica el alma y fortalece el espíritu.
Y al reflexionar en nuestra vida cotidiana, comprendemos que “vencer” no siempre significa conquistar un imperio o escribir una epopeya. A veces, vencer es atravesar una enfermedad sin perder la dignidad; es continuar amando aun cuando todo alrededor parezca ruina; es levantarse cada mañana, aunque la fatiga del mundo parezca insuperable. La victoria del que padece es silenciosa, pero es quizá la más auténtica: la que no necesita testigos para ser real.
En última instancia, “Vincit qui patitur” nos recuerda que la grandeza humana no se mide por la ausencia de dolor, sino por la capacidad de transformarlo en camino. Quien persevera, quien no se rinde, quien soporta sin dejar de creer, ya ha vencido, incluso antes de que los demás lo reconozcan.
PERSISTENCIA (Tanka)
*
Bajo la tierra,
una raíz oscura
tiembla y resiste.
El brote se demora,
pero ya ha vencido de.
**
Noche cerrada,
mi pecho soportando
vientos helados.
En la herida germina
la aurora más pura.
***
Aun con cadenas,
camino en lo profundo
del alma libre.
Quien soporta en silencio
ya canta victoria.
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