SANACION ANTES DE LA CONVERSIÓN

En Jerusalén, junto a la piscina de Betesda, se encontraba un hombre enfermo, paralizado  desde hacía treinta y ocho años,  en ese estanque se decía que un ángel bajaba y tocaba las aguas y al moverse, el primero que llegara sería sanado. pero ¿No era esta una creencia pagana?. Aún así decenas de enfermos estaban allí esperando el "milagro"

Decenas de hombres "vivían" en la poza, 
nuestro protagonista día tras día esperaba, sin esperanza, que alguien lo ayudara a entrar en el agua cuando esta se agitaba.

Pero el estaba a punto de recibir la visita más importante de su vida. Jesús mismo se presenta ante el; lo saluda, el contrariado pues lleva suficiente tiempo solo, contesta ¿a mí?. La interacción sigue y Jesús le dice tengo una pregunta, por segunda vez el contesta ¿a mí? Jesus le pregunta: ¿Te gustaría ser Sanado? 

Su respuesta a Jesús refleja su situación existencial: “Señor, no tengo a nadie” (Jn 5,7). No es solo la queja de un enfermo, sino la confesión de una profunda soledad. Frente a esa realidad, Jesús no comienza con un reproche ni con una instrucción, sino con una pregunta que toca el corazón: “¿Quieres quedar sano?” (Jn 5,6). La pregunta abre un horizonte distinto. No es un mandato impuesto desde fuera, sino una invitación a desear lo que parecía imposible. Jesús no ignora la condición del hombre, la reconoce y la transforma en ocasión de encuentro.

por tercera vez el paralico cuestiona, No tengo a nadie que me lleve al estanque, cuando las aguas se agitan, todos entran antes que yo. Ahora el pregunta ¿Me llevarás al agua? Jesús contesta No.

[ El estanque representa todo para ti, es un lugar seguro, con una esperanza de sanación,  dices que puedes esperar y aguantar; porque vale la pena en la fe de los buenos tiempos venideros. Estás paralizado en un lugar que no es tuyo, te quedas en lugar anclado, años, décadas, estas sucio, lastimado y paralizado aún así allí te quedas. El estanque  no tiene nada para ti. No significa nada. Lo sabes, siempre lo supiste. Pero sigues allí. ¿Porque? ]

-El relato alcanza su punto central cuando le pregunta por segunda vez  ¿Tú quieres ser sanado?- Sus ojos llenos de misericordia observan el otro llora y Jesús pronuncia una frase demoledora: “Levántate, toma tu camilla y anda” (Jn 5,8). El hombre, que por casi cuatro décadas había estado paralizado, recobra la movilidad en un instante.

El milagro no depende de la fuerza del enfermo ni de su capacidad de llegar al agua; depende únicamente de la iniciativa de Jesús. La acción de Cristo irrumpe en su vida y lo pone de pie.

Pero hay una segunda muestra pedagógica aquí. Es la fe y la voluntad del hombre paralítico, decir Si. levantarse, tomar su camilla e irse del lugar. 

Más tarde, en el templo, Jesús vuelve a encontrarlo y le dice: “Mira, has quedado sano; no peques más, para que no te suceda algo peor” (Jn 5,14). Aquí aparece un segundo nivel de la sanación: no se trata solo de un cuerpo que recobra la fuerza, sino de una existencia entera llamada a la plenitud. El milagro no concluye con la curación física, sino que se abre hacia la conversión moral y espiritual.

Este episodio muestra cómo la pedagogía de Jesús une ternura y exigencia. La ternura se expresa en la cercanía, en la pregunta y en la curación. La exigencia aparece en el llamado a dejar atrás el pecado. Una sin la otra sería incompleta: la compasión sin verdad corre el riesgo de quedarse en alivio superficial, y la verdad sin compasión se convierte en un peso insoportable.

[ El Papá Franscisco nos dice: "¿Quieres ser sano?": Esta pregunta de Jesús es el punto de partida para la sanación, invitando a la persona a tomar las riendas de su vida y no dejarse vencer por el pasado. Levántate y anda: Jesús no solo sana físicamente, sino que también invita al paralítico a "levantarse" de su situación de inmovilidad y frustración, invitando a asumir la responsabilidad de su vida. ]


Así, la escena de Betesda revela la manera en que Cristo actúa: Él se acerca al hombre en su fragilidad, lo pone de pie con su palabra y lo invita a caminar en una vida nueva. El milagro no es solo un hecho extraordinario del pasado, sino una imagen permanente de cómo Jesús responde hoy a la soledad humana, ofreciendo sanación y una dirección renovada para vivir en plenitud.

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