SAN JERONIMO

La geografia de San Jerónimo (Eusebio Sofronio Jerónimo) es un mapa del alma, donde cada ubicación física marcó una etapa crucial en su evolución espiritual, intelectual y, sobre todo, en su devoción inquebrantable a la Palabra de Dios. Su vida es un itinerario de exilio voluntario y estudio riguroso.

Stridon (Frontera de Panonia/Dalmácia): Representa su punto de partida, sus raíces en el mundo romano. Es el lugar del bautismo y del primer contacto con la fe, aunque todavía incipiente.
Roma: Es el centro de su formación inicial. Aquí, Jerónimo domina el latín y la cultura clásica. Su "geografía" en Roma es la de una mente brillante, sedienta de conocimiento secular, pero todavía atrapada en las comodidades y ambiciones de la vida mundana

Tréveris (Galias): Es el sitio de su conversión más profunda. Al viajar por las provincias occidentales, Jerónimo decide abrazar plenamente el ascetismo. Es el lugar donde la geografía exterior lo empuja a una geografía interior de renuncia.

El Desierto de Calcis (Cerca de Antioquía): Esta es la etapa más significativa de su purificación. El desierto es su crisol espiritual.
Hagiografía: El desierto es donde lucha contra las tentaciones de la carne y el recuerdo de los placeres romanos. Es un campo de batalla místico. Pero también es su primera gran biblioteca. Aquí, para purgar sus pensamientos mundanos, se dedica al estudio del hebreo, una lengua difícil y ajena a la tradición clásica. El desierto, lugar de soledad, se convierte en el lugar de su nacimiento como erudito bíblico.

Roma (Segundo Viaje): Vuelve a la ciudad como secretario del Papa Dámaso I. Este es el punto más alto de su influencia eclesial, donde su conocimiento es puesto al servicio directo de la Iglesia.
Hagiografía: Es aquí donde, por encargo papal, comienza la revisión de las antiguas traducciones latinas, dando inicio a su obra magna, la Vulgata. Esta etapa revela que su misión no era solo la contemplación, sino el servicio activo a la Palabra. Su geografía en Roma, sin embargo, se llena de conflictos debido a su carácter fuerte y a su crítica a la laxitud del clero y la nobleza romana, lo que lo obliga a partir de nuevo.

Belén (La Cueva de la Natividad): Este es su ancla final, su santuario geográfico y espiritual. Jerónimo se establece en Belén, el lugar del nacimiento de Jesús, fundando un monasterio masculino, un convento femenino (con la ayuda de sus discípulas, Paula y Eustoquio) y un hospicio para peregrinos.
 Hagiografía: La geografía de Belén le otorga la paz y la proximidad física a los misterios centrales de la fe. Desde la quietud de su celda, dedica 34 años a la traducción completa de la Biblia al latín, consultando directamente los textos hebreos y griegos. Su famosa frase, "Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo", se convierte en el lema de su vida.

La geografía hagiográfica de San Jerónimo es un testimonio de que el camino a la santidad es a menudo un camino de peregrinación y exilio. Sus constantes movimientos, desde la riqueza de Roma hasta la aspereza del desierto y, finalmente, hasta la Cueva de Belén, ilustran que su verdadera patria era la Palabra de Dios, y que su destino era ser su guardián, su traductor y su más feroz defensor.

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