SANTA MARIA GORETTI

María Teresa Goretti nació el 16 de octubre de 1890 en Corinaldo, un pequeño pueblo en la provincia de Ancona, Italia. Provenía de una familia de campesinos muy pobres pero profundamente religiosos. Fue la tercera de siete hijos de Luigi Goretti y Assunta Carlini.

La vida de la familia Goretti fue dura. Las condiciones de pobreza extrema los obligaron a emigrar varias veces en busca de trabajo. Finalmente, en 1896, se establecieron en Ferriere di Conca, cerca de Nettuno (Lacio), donde compartían una casa y tierras con otra familia, los Serenelli. La muerte temprana de su padre, Luigi, en 1900, a causa de la malaria, dejó a su madre, Assunta, viuda con seis hijos (uno más había nacido y fallecido) y en una situación de mayor precariedad.

María, a pesar de su corta edad, tuvo que asumir responsabilidades que superaban sus años. Cuidaba a sus hermanos menores mientras su madre y los hermanos mayores trabajaban en el campo. Era una niña simple, trabajadora y de una piedad notable para su edad. Amaba el Rosario, asistía a Misa siempre que podía y soñaba con recibir su Primera Comunión. La recibió a los 11 años, un hito importante para ella, preparándose con gran fervor y entendiendo la importancia de la Eucaristía y la Confesión.

La convivencia con la familia Serenelli se volvió cada vez más difícil. Giovanni Serenelli, el padre, y especialmente su hijo, Alessandro Serenelli, un joven de 18 años, empezaron a mostrar un comportamiento problemático. Alessandro, propenso a arrebatos de ira y con una vida sin formación religiosa, desarrolló una obsesión por María.

El 5 de julio de 1902, un caluroso día de verano, mientras la familia estaba trabajando en el campo y María cuidaba de su hermana Teresa, Alessandro entró a la casa. Con un punzón, intentó forzar a María a ceder a sus deseos. María, de tan solo 11 años y 9 meses, se resistió con todas sus fuerzas, gritando: "¡No! ¡Es pecado! ¡Dios no lo quiere!"

Ante su firme negativa y su resistencia, Alessandro, en un ataque de furia y desesperación, la apuñaló catorce veces. Fue encontrada por su madre y un vecino, aún con vida. Fue trasladada a un hospital cercano, donde, a pesar de los esfuerzos de los médicos, falleció al día siguiente, el 6 de julio de 1902, después de haber recibido los últimos sacramentos.

Lo que distingue la historia de María Goretti, más allá de su heroica defensa de la pureza, es su acto final de perdón. Antes de morir, cuando le preguntaron si perdonaba a Alessandro, ella respondió: "Sí, por amor de Jesús lo perdono... quiero que venga conmigo al Paraíso."

Alessandro Serenelli fue arrestado y condenado a 30 años de prisión. Durante los primeros años, se mostró impenitente. Sin embargo, unos años más tarde, tuvo un sueño en el que veía a María Goretti ofreciéndole lirios (símbolo de pureza), que se convertían en llamas. Este sueño provocó una profunda conversión en él. Arrepentido, se reformó y fue un prisionero modelo. Al ser liberado, lo primero que hizo fue ir a pedir perdón a Assunta, la madre de María, quien, siguiendo el ejemplo de su hija, lo perdonó públicamente. Alessandro se hizo hermano laico capuchino y pasó el resto de su vida en penitencia y oración. Estuvo presente en la canonización de María Goretti.

María Goretti fue beatificada por el Papa Pío XII en 1947 y canonizada el 24 de junio de 1950 en la Plaza de San Pedro. Fue la primera santa en la historia moderna de la Iglesia en ser canonizada junto a su madre viva, Assunta. Es venerada como patrona de la pureza, de los niños, de las víctimas de agresión sexual y del perdón. Su fiesta se celebra el 6 de julio.

Su vida nos enseña que la santidad no es exclusiva de los grandes teólogos o líderes, sino que se encuentra en la fidelidad a Dios incluso en las circunstancias más difíciles, y que el perdón es un camino poderoso hacia la reconciliación y la gracia.


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