SANTA MARIA DE MAGDALA

LA MAGDALENA 

La historia de María Magdalena es un viaje de transformación, devoción inquebrantable y un liderazgo silencioso que la llevó a ser una de las figuras más centrales, y a la vez incomprendidas, del Nuevo Testamento. Su geografía no es solo de lugares, sino de encuentros que redefinieron su existencia y el curso del cristianismo primitivo.

Nuestro recorrido comienza en Magdala, una próspera ciudad pesquera en la costa occidental del Mar de Galilea, cerca de Tiberíades. De ahí proviene su nombre: María de Magdala.

Los evangelios canónicos (Marcos 16:9, Lucas 8:2) la presentan como una mujer de la cual Jesús expulsó siete demonios. Esta posesión no implica necesariamente que fuera una prostituta, como la tradición posterior la identificó erróneamente. En la cultura judía de la época, ser poseído por demonios podía referirse a diversas aflicciones físicas o mentales severas. El hecho de que fueran "siete" puede simbolizar una aflicción total o profunda, de la cual Jesús la liberó por completo.

Psicológicamente, Magdala representa para María el punto de partida de su sufrimiento y, crucialmente, de su sanación y liberación. Es el lugar donde su vida se cruza con la de Jesús, marcando el inicio de una devoción que no tendría vuelta atrás. Ella es una mujer restaurada, liberada de un profundo tormento, y esa gratitud se convierte en el motor de su vida.

Después de su sanación, María Magdalena se convierte en una de las mujeres que siguen a Jesús y lo sustentan con sus bienes (Lucas 8:2-3). Esto la sitúa firmemente dentro del grupo de sus discípulas más cercanas. Su geografía se expande para incluir los caminos y pueblos de Galilea, Samaria y Judea, acompañando a Jesús y a los doce apóstoles en su ministerio itinerante.

Su presencia constante, junto a otras mujeres, es un testimonio de su compromiso y lealtad. A diferencia de muchos discípulos varones que a veces vacilaban o no comprendían del todo el mensaje de Jesús, las mujeres, incluida María Magdalena, a menudo mostraban una fe y una dedicación más firmes. Este periodo forja su rol como una discípula de primera línea, absorbiendo las enseñanzas y presenciando los milagros.

La geografía de su devoción alcanza su punto álgido en Jerusalén, durante la Pasión de Cristo. Mientras muchos de los apóstoles huyen o se esconden, María Magdalena es una de las pocas que permanece al pie de la cruz. La vemos junto a la madre de Jesús y otras mujeres, siendo testigo del sufrimiento y la muerte de su Maestro (Mateo 27:56, Marcos 15:40, Juan 19:25).

Su presencia en el Gólgota (Calvario) y luego en el entierro de Jesús (Mateo 27:61) es un poderoso acto de lealtad y valentía en medio del dolor y el peligro. Psicológicamente, esto demuestra una fortaleza emocional y espiritual inmensa, una capacidad para afrontar la desolación sin abandonar a quien amaba y de quien había recibido tanto.

El momento cumbre de su viaje geográfico y espiritual ocurre en el sepulcro el domingo por la mañana. María Magdalena es la primera persona a la que Jesús resucitado se aparece (Marcos 16:9, Juan 20:11-18). Va al sepulcro con otras mujeres para ungir el cuerpo, encuentra la piedra corrida y el sepulcro vacío. Corre a avisar a Pedro y al "discípulo amado". Regresa al sepulcro, llorando, y es entonces cuando Jesús se le aparece, la llama por su nombre ("¡María!") y le encarga una misión vital.

Este encuentro la eleva al estatus de "Apóstol de los Apóstoles" (Apostola Apostolorum). Jesús no se aparece primero a Pedro o a los Doce, sino a ella. Y lo más importante: le encarga el mandato de ir y anunciar la Resurrección a los discípulos("Ve a mis hermanos y diles: ‘Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios’"). Ella es la primera evangelizadora, la primera en proclamar la Buena Nueva más importante del cristianismo.

Psicológicamente, este es el paso de la desesperación a la alegría incontenible y la misión divina. Es la validación definitiva de su fe y de su cercanía a Jesús. Su testimonio, a pesar de ser inicialmente incrédulo por los apóstoles varones (Marcos 16:11), es el fundamento sobre el que se construye la fe pascual.

La geografía de María Magdalena es la de una mujer que transitó de la marginación y el sufrimiento a la centralidad en el ministerio de Jesús. Es la discípula por excelencia que entendió la profundidad del amor y la Resurrección. Su lugar en la tradición cristiana, a pesar de las tergiversaciones, es el de la primera anunciadora de la Pascua, la enviada por Cristo mismo para proclamar la victoria sobre la muerte. Ella es la Apóstol de los Apóstoles" porque fue la primera a quien se le confió la misión apostólica más crucial: el testimonio de la Resurrección. Su viaje es un faro para aquellos que buscan la fe más allá de las convenciones, en la devoción inquebrantable y el amor puro.

Maria Magdalena ruegapor nosotros 

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