SAN CAMILO DE LELIS

"Su vida es una lección fascinante de cómo la miseria puede transformarse en una vocación sublime."

La historia de San Camilo de Lelis (1550-1614) no comienza con una infancia piadosa o una vocación temprana. Es, de hecho, la narrativa de una transformación radical, una conversión que surgió de la experiencia directa del sufrimiento humano.

Camilo nació en Bucchianico, un pueblo en la región de los Abruzos, Italia. Su padre era un soldado mercenario y su madre, ya anciana, murió cuando él era muy joven. Criado en un ambiente rudo, Camilo heredó la pasión de su padre por la guerra y el juego. Era un joven alto, robusto y de temperamento fuerte, dado a la impetuosidad y a la vida disipada.

Se unió al ejército veneciano, donde sirvió como soldado y, más tarde, como mercenario. Durante años, su vida fue un torbellino de campañas militares, donde luchó valientemente, pero también de vicios, especialmente el juego. Frecuentemente perdía todo lo que tenía, llegando a la indigencia en varias ocasiones.


Fue durante una de estas campañas militares que la suerte de Camilo comenzó a cambiar, aunque de una manera dolorosa. Desarrolló una llaga crónica y purulenta en su pierna, una herida que lo atormentaría el resto de su vida y que, paradójicamente, se convertiría en su guía hacia la santidad.

Incapacitado para seguir en la milicia debido a su herida, Camilo llegó al Hospital de Santiago de los Incurables en Roma en 1575. Buscaba tratamiento para su llaga, y a cambio, ofrecía sus servicios como sirviente y cuidador. Fue aquí, en medio del hedor de la enfermedad, el sufrimiento y la miseria de los pacientes moribundos, donde su corazón comenzó a ablandarse.


La verdadera conversión de Camilo ocurrió en 1575. Después de años de vida errante y pecaminosa, mientras viajaba de vuelta de un convento de capuchinos donde había intentado ingresar sin éxito, fue profundamente tocado por una reflexión sobre la vanidad de su vida. Se sintió arrepentido de sus pecados y decidió cambiar radicalmente.

Regresó al Hospital de Santiago de los Incurables, pero esta vez con una motivación diferente. Ya no era solo un sirviente; era un hombre transformado por la fe, con un deseo ardiente de servir a Dios a través de los más enfermos y abandonados. Su experiencia personal de la llaga y la vulnerabilidad le permitió comprender el sufrimiento de los pacientes de una manera única. Se dio cuenta de la negligencia, la falta de compasión y la pobre atención que recibían los moribundos.

El hospital se convirtió en su nuevo campo de batalla, y los enfermos, sus hermanos. Camilo, a pesar de su propia llaga que a menudo se reabría y le causaba un dolor inmenso, se dedicó con una energía inagotable a la atención de los pacientes. Lavaba heridas, limpiaba excrementos, consolaba a los agonizantes, siempre con una ternura y un respeto que pocos tenían. Se decía que atendía a los enfermos "como a Cristo mismo".

Su celo y la extrema caridad que practicaba llamaron la atención. Consciente de que los pocos sirvientes del hospital no podían hacer frente a la magnitud de la miseria, y buscando una mejor preparación, Camilo, ya con 32 años, decidió estudiar para el sacerdocio. Fue ordenado sacerdote en 1584.

Convencido de la necesidad de una atención más humana y dedicada a los enfermos, Camilo fundó en 1582 la Congregación de los Ministros de los Enfermos, conocida popularmente como los Camilos. Su visión era revolucionaria para la época: crear una orden religiosa cuyo único propósito fuera el servicio desinteresado a los enfermos, especialmente a los más graves y moribundos.

Los Camilos, además de los tres votos tradicionales de pobreza, castidad y obediencia, añadirían un Cuarto Voto: un voto de servicio perpetuo a los enfermos, incluso con riesgo de su propia vida. Este voto subraya el compromiso radical de la orden con la caridad heroica, priorizando el bienestar de los enfermos por encima de cualquier otro interés personal, incluso en tiempos de plagas o contagio.

San Camilo de Lelis falleció en 1614. Su Orden de los Camilos se extendió rápidamente por Europa, fundando hospitales y hospicios, y estableciendo un nuevo estándar de atención sanitaria basada en la compasión y la dignidad del paciente. Es considerado el patrón de los enfermos, los hospitales, los enfermeros y el personal sanitario. Su vida es un recordatorio poderoso de que la verdadera santidad puede florecer en los lugares más inesperados y que el servicio a los más vulnerables es un camino directo a lo divino.

Comentarios