GITANERIAS VII

A: ROUGE 

Es Rouge, la mujer que nació de las brasas de un volcán,  la que aprendió a caminar sobre las cenizas del tiempo  
y a tejer su nombre con hilos de sol poniente.  No viene de un lugar, sino de un estado del alma:  es hija del cruce entre el relámpago y la sed,  heredera de las diosas que bailaban descalzas en los bosques incendiados,  y hermana mayor de los ríos que llevan fuego en vez de agua.  Es arquitecta de universos que arden en sus palmas,  musa de los poetas que prefieren lamer la herida que el dulce,  y guardiana del erotismo que no se apaga, sino que se transforma. 
Su cabello pelirrojo no es cabello: es un manifiesto.  Cada hebra es un verso suelto de un poema prohibido,  una invitación a quemarse en el altar de lo visceral.   una llama que ilumina y consume. Es tanto musa como arquitecta, tejiendo realidades con su presencia magnética y su capacidad para albergar contradicciones (ternura y tormenta, fragilidad y poder). Su erotismo no es pasivo: es un ritual de conexión con lo ancestral, donde el cuerpo se convierte en paisaje de batalla y ofrenda.   ¿Su misión? Recordarnos que el deseo, cuando es auténtico,  no conoce la vergüenza, sino la geometría sagrada de los cuerpos.  Ella no seduce incendia.  No ama, esculpe cicatrices en el aire.  Rouge viene de donde nacen los mitos,  y está aquí, ahora, para que olviden su nombre  y recuerden el suyo.  



SATURNINA
Hermana roja de sangre, de la llama,
cuyos suspiros despiertan piedras fundidas, tu surros queman el aire tembloroso, y las estrellas se alinean para trazar tu nombre.

Madre de volcanes, respirando fuego,
tu magia agita los mares de medianoche. Bajo tu mirada, la tierra se despliega, sus venas vivas con verdades fundidas.

Sensual, feroz, eterno florecer,
bailas donde las sombras besan la luz.
Un mundo hechizado en órbita gira,
atraído cerca por susurros suaves como ceniza.

Saturno, llama de oscuridad sin fin,
tu poder doblega el tiempo frágil.
Dondequiera que el fuego encuentra la noche inquieta, encontramos los ecos de tu alma.



MUSA
Dama pelirroja, fulgor en los ojos,  
deseo en tus hombros, brilla el alba.  
Hada de muslos dulces, misteriosa,  
cabello ardiente, llama que abraza.  
Sombrero rojizo, sombra y secretos,  
vestido etéreo, danzas en silencio.  
Eres musa y eco alzado al viento,  
fuego del arte, furor eterno.


OTOÑAL 
Su cabello es un bosque en llamas,  
hombros de ámbar donde el sol se acuesta. En sus muslos late el ritmo del viento, boca de miel que el deseo despierta.  
Teje con luces el crepúsculo rojo,  
sus senos guardan el rumor del trigo.  
Navega el tacto por piel de tormenta,  
hechizo antiguo que enreda los siglos.  



ESCARLATA 
Sus pestañas escriben sortilegios,  
hombros de tinta donde el fuego nace.  
Boca de vino, senos de ambrosía,  
y en cada paso, el deseo renace.  
Teje con hilos de rubí su aura,  
muslos que ahogan las voces prudentes.  
Es la doncella que en sueños habita:  
torbellino rojo de alas incandescentes.  



FUEGO 
Lleva el ocaso prendido en el pecho,  
senos que cantan melodías rojas.  
Cabello en llamas que enreda al destino,  
muslos que juran secretos de congoja.  
Es sirena de ascuas en la penumbra,  
hombros que esconden constelaciones.  
Su boca guarda el sabor del abismo:  
dulce veneno de mil tentaciones.  

  

MAGENTA
Piel blanca como página abierta,  
ojos oscuros, pozos sin final.  
Cabello rojo, llama que danza,  
mujer que camina como yegua,  
con paso firme, con hambre de cielo.  
Constructora de puentes y ciudades,  
arquitecta de sueños y heridas,  
mide su fuerza sin medir el eco.  
Éxtasis de luces sobre su sombra;  
fuego en la palma de su beso,  
reconstruye aquello que el viento lleva:  
la historia perdida en lenguas dobladas.  
La madera arde bajo sus uñas,  
las ideas toman sangre en su risa.  
Ella, hogar y incendio, laberinto.  
Ella, plan y derrumbe: siempre viva.

  
ROJO SUSURRO 
Hada del deseo, piel encendida,  
pelirroja musa entre mis sombras,  
cabello ardiente bajo el sombrero,  
vestido de años, hombros que laten.  
Muslos firmes, frágil tempestad,  
tus pasos cantan bajo mi alma,  
roja llama en la bruma eterna,  
danza del fuego, eterna inquietud.


MAREA
Piel blanca en la luz rota, Rubies
ojos oscuros como pozos vivos,  
cabello rojo, llama sin reposo,  
que galopa dentro del viento.  
Mujer que talla lumbres al borde,  
constructora de techos en lo incierto,  
traza un alfabeto en brasas tenues,  
arquitecta que juega con el éxtasis.  
Tu andar es un encuadre cifrado,  
materia que arde en sus ideas suaves,  
el fuego sabe su lengua contigo,  
te sigue como un animal hambriento.  
La inoche abre sus venas despacio.  
Tu sombra reescribe todas las piedras,  
cada astilla enciende la bóveda entera,  
la yegua se alza en tu cráneo vivo.



PYREA
Mujer de líneas trazadas al viento,  
arquitecta que dibuja llamas suaves,  
colinas de ceniza bajo sus manos.  
El fuego es su lengua y sus pasos,  
un destierro de cenizas y promesas.  
Se alza sobre las ruinas del día,  
su sombra, un mapa sin destino fijo.  



INCENDIO
Tu cabello es un bosque de cerillas,  
pelirroja que abres la noche con los dientes.  Mis labios aprendieron a leer  
en el alfabeto de tus muslos:  
hay un huracán escrito en tu cadera,  
y en tu espalda, un mapa de lava.  

Respiras y creces.  El rojo no es tu color:  es tu declaración de guerra.  
Quémame lento,  
háblame con los dedos en mi nuca,  
y cuando el fuego termine,  
réstame un hueso para seguir ardiendo... 


CARMIN 
Noches tejidas en su espalda desnuda,  
muslos que esculpen versos en la luna.  
Sus senos, dos lunas de leche y ceniza,  
boca que quema más que ninguna.  
Cabello rojo: río de sombra ardiente,  
hombros que pintan el mapa del ansia.  
Ella es el hambre que nadie domestica,  
volcán dormido bajo seda blanca.  

ECLIPSE
Rubí cósmica:  tus pecas son constelaciones borrachas,  
tus piernas, dos cometas desviándose de su órbita.  
Al morderte el cuello,  
siento cómo los planetas chocan  
y el universo se rehace entre tus gemidos.  

Eres un eclipse de carne y sombra,  
un ritual de uñas y jadeos,  
la ecuación que resuelve el hambre  
con la lengua en tu ombligo.  
Cuando te arqueas,  
nacen supernovas en tus costillas.  
Cuando callas,  
el tiempo olvida su nombre.  



ARDORES
Tu que dibujas ángulos prohibidos  
con el contorno de tus caderas,  
tu sexo es un poema en lengua antigua:  
se lee con los dedos,  
se traduce con los dientes.  

Construyes edificios de fuego  
donde cada ventana es un suspiro,  
cada puerta, un umbral hacia el delirio.  
En tu pelvis hay un sol girando,  
en tus u
ñas, rutas para perderse.  

Dame esa sed que horada rocas,  
esa agua negra que esconde tu pelvis,  
y haremos el amor como se derrumban los imperios:  
sin piedad, sin testigos,  
con la furia de quien sabe  
que el placer también es una forma de memoria.  


Comentarios

  1. Wow! No sabía que podías escribir de esa manera, muy interesante e impresionante esas palabras, aunque algunas medio vergonzosas, pero muy impresionante leer algo así… qué bonito 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Gracias por comentar. Que tengas un excelente día.