SAN JUAN CLIMACO

El Sabio (c. 579–649)**

Nacido en Palestina en el siglo VI, Juan Clímaco sintió desde joven el llamado a una vida de total entrega a Dios. A los 16 años, dejó las comodidades de su hogar y se adentró en el árido y silencioso Monte Sinaí, donde se unió a una comunidad monástica. Su sed de sabiduría espiritual lo llevó a convertirse en discípulo de un anciano monje, quien le enseñó que la humildad y el amor son las raíces de toda virtud.

Tras años de formación, Juan decidió retirarse a una cueva solitaria, donde vivió como ermitaño durante cuatro décadas. Allí, entre ayunos, oraciones y luchas interiores, forjó un corazón puro y un espíritu lúcido. Su fama de santidad creció, y peregrinos de todas partes llegaban para escuchar sus consejos, que brotaban como agua fresca para el alma sedienta. "El verdadero monje", decía, "es quien convierte el llanto en alegría y el desierto en paraíso".

Su obra maestra, "La Escalera del Paraíso"(o Escala Espiritual"), escrita a petición de un abad, es un faro de luz para todo cristiano. En 30 escalones, simbolizando los 30 años de Cristo en la tierra, Juan traza el camino de la purificación del alma hacia la plenitud en Dios. Desde la renuncia al mundo hasta la caridad, la humildad y la oración contemplativa, cada peldaño es una invitación a ascender con valentía, superando tentaciones y abrazando la gracia.

Aunque amaba la soledad, aceptó ser abad del monasterio de Santa Catalina en el Sinaí. Allí, gobernó no con severidad, sino con ternura paternal. Sus monjes recordaban cómo transformaba las correcciones en lecciones de amor, diciendo: "Un alma que ha conocido la misericordia de Dios no puede juzgar, solo puede compadecer".
 
San Juan Clímaco enseña que la santidad no es para los perfectos, sino para los perseverantes. En su "Escalera", compara al asceta con un niño que tropieza al caminar, pero que, cada vez que cae, es levantado por la mano de Dios. Su mensaje resuena hoy: "No temas tus fracasos; teme solo dejar de intentar. Cada caída es un peldaño que, con humildad, se convierte en escalón hacia el cielo"*.

¿Cómo seguir sus pasos hoy?

Lee un peldaño al día: Sumérgete en "La Escalera del Paraíso"; cada capítulo es una meditación para crecer en virtud.  
Practica el silencio: Dedica minutos diarios a escuchar a Dios en la quietud, como él hacía en su cueva.  
Convierte las caídas en oración: Cuando tropieces, recuerda su enseñanza: "La humildad es la llave que abre las puertas del cielo".  

Oración a San Juan Clímaco 
"Oh Sabio del Sinaí, que subiste al cielo escalando peldaños de oración y humildad, ayúdanos a no temer la altura de la santidad. Enséñanos a levantarnos cada día con esperanza, a amar el silencio donde Dios habla, y a ver en cada prueba un paso más hacia su amor eterno. Amén."

Que la vida de San Juan Clímaco nos inspire a no conformarnos con lo fácil, sino a ascender, con fe y paciencia, hacia la plenitud que Dios nos promete.

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