LOS 40 DE SABASTE


En el año 320 d.C., bajo un cielo invernal en la antigua ciudad de Sebaste (hoy Sivas, Turquía), un grupo de soldados romanos desafió al Imperio y al frío mortal para defender su fe cristiana. Su historia, marcada por el coraje y la solidaridad, se ha convertido en un símbolo imperecedero de resistencia espiritual. Los 40 Mártires de Sebaste no solo enfrentaron la persecución religiosa, sino que ofrecieron una lección sobre el poder de la comunidad en la fe.

Durante el siglo IV, el Imperio Romano vivía una tensión entre el paganismo tradicional y el creciente cristianismo. Aunque el emperador Constantino había legalizado la fe cristiana con el Edicto de Milán (313 d.C.), su coemperador Licinio, gobernante de la región oriental, inició una persecución hacia los cristianos hacia el año 320 d.C., temiendo su influencia en el ejército.  

Los 40 soldados pertenecían a la Legión XII Fulminata, una unidad militar famosa por su disciplina. Estacionados en Sebaste, se negaron a cumplir la orden de Licinio de realizar sacrificios a los dioses paganos, declarando: «Somos soldados de Cristo, y solo a Él servimos».



El castigo impuesto fue tan cruel como simbólico: los soldados fueron obligados a permanecer desnudos toda una noche en un lago congelado, bajo una ventisca incesante. A orillas del lago, se colocó una tina de agua caliente para tentarlos a renunciar a su fe.  

Según relatos históricos como los de San Basilio el Grande y San Gregorio de Nisa, los mártires rezaban y se animaban mutuamente, prometiéndose no ceder. Sin embargo, uno de ellos, debilitado por el frío, abandonó el lago. En un giro conmovedor, Aglayo, un guardia romano que presenciaba la escena, se conmovió al ver la fe de los restantes 39 y ocupó el lugar del desertor, gritando: «¡Yo también soy cristiano!».  



" Se les representa juntos, a menudo semidesnudos y de pie sobre un lago helado. Un ejemplo destacado es el mosaico bizantino en la Basílica de Santa Sofía (Estambul), donde aparecen como figuras unidas en oración"

Al amanecer, los 40 yacían muertos: algunos sucumbieron al frío, otros fueron ejecutados. Sus cuerpos fueron quemados, pero según la tradición, sus cenizas y restos se preservaron como reliquias.

La historia de los 40 Mártires trascendió fronteras y se consolidó como un pilar de la espiritualidad cristiana.  

  En la Iglesia Católica, se conmemoran el 9 de marzo.  
  En la Iglesia Ortodoxa, su fiesta es el 9 o 10 de marzo, con liturgias especiales que honran su sacrificio.  
  
Sus restos se dispersaron por el mundo cristiano. En Venecia, la Iglesia de los Santos Mártires alberga algunas reliquias, mientras que en Roma, la Basílica de Santa María la Mayor conserva fragmentos.  

Los 40 Mártires ofrecen tres lecciones profundas:  

La fuerza de la comunidad: Su apoyo mutuo refleja que la fe se fortalece en unidad.  
Redención y gracia: La historia de Aglayo, el guardia convertido, muestra que la misericordia divina puede surgir incluso en la oscuridad.  
Resistencia ante la tentación: El lago helado simboliza las pruebas de la vida, y el agua caliente, las seducciones del mundo.  

San Efrén el Sirio escribió sobre ellos: «Como estrellas en la noche, brillaron con la luz de Cristo en medio del frío de la muerte» 

En un mundo donde la persecución religiosa aún existe, los 40 Mártires de Sebaste siguen inspirando a comunidades cristianas desde Siria hasta Nigeria. Su historia, más que un relato de sufrimiento, es un himno a la esperanza: incluso en el invierno más crudo, la fe compartida puede derretir el hielo de la opresión.  

Como dijo el papa Francisco en 2018: «Los mártires no son héroes del pasado; son semillas de libertad y amor que florecen en cada generación». Los 40 de Sebaste, con su fraternidad inquebrantable, son prueba de ello.  


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