(Quietud, introspección y soledad)
Entre el susurro de las estaciones y el latido efímero de lo cotidiano, estos haikus tejen un diálogo íntimo con el mundo. Rocío y bruma —título que encapsula la dualidad de lo fugaz y lo persistente— es una invitación a detenerse en los instantes que, como marcas en el aire, se disuelven pero no desaparecen.
Cada poema es un microcosmos donde la naturaleza se revela cómplice: cerezos que dejan caer pétalos, sombras que se deslizan en paredes blancas, lagos que atrapan lunas gemelas. Son voces de lo no dicho, donde el silencio habla a través del crujir de la nieve o el vibrar de una cuerda en la noche.
1.
Luna en el río
mueve su reflejo en calma…
noche sin voz
2.
Sombra desliza
sobre pared blanca…
noche sin luna
3.
Junco se mece
al ritmo del río…
mente en calma
4.
Gafas empañadas
al abrir la puerta…
aliento invernal
5.
Neblina en la bruma
el rocío suspira solo…
primavera muda.
6.
Ocaso tiñe
de rojo el horizonte…
alma en silencio
7.
Nubes transitan
sobre el monte… mi sombra
las sigue en vuelo
8.
Lago refleja
tu rostro y el mío…
dos lunas juntas
9.
Cueva resguarda
eco de tus palabras…
silencio antiguo
10.
Gato duerme
bajo el sol de la tarde…
tiempo detenido
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