AMOR: LA PALABRA PERDIDA VI

. Es una de las formas de amor más profundas y menos romantizadas.

En la filosofía griega antigua, el Pragma (πρᾶγμα, "cosa práctica") representa el amor maduro, comprometido y basado en la elección consciente. A diferencia del Eros (pasión ardiente) o el Ludus (amor lúdico), el Pragma es el amor que se construye con tiempo, esfuerzo y reciprocidad. No nace de un flechazo, sino de la decisión diaria de cultivar un vínculo, incluso en momentos de rutina o adversidad.  

Aunque no tiene un mito específico como Eros y Psique, está vinculado a figuras como Hera (diosa del matrimonio) y a pensadores como Aristóteles, quien asociaba este amor a la virtud de la philia (amistad profunda) en contextos de vida compartida.

El Pragma no habita en palacios encantados ni en laberintos oscuros, sino en gestos cotidianos: un café preparado al amanecer, una mano que sostiene en silencio, una mirada que perdona. Es el amor que sobrevive a la erosión del tiempo porque se alimenta de pactos invisibles: respeto, complicidad y adaptación.  

Metafóricamente, es el río que talla el cañón: no es espectacular en su fluir, pero su constancia esculpe lo eterno. En un mundo obsesionado con el fuego de Eros, el Pragma es la tierra fértil donde las raíces se entrelazan sin prisa.

Mientras el Eros es un volcán que estalla y transforma, el Pragma es un jardín que se riega día a día. Las malas hierbas se arrancan con cuidado, y las flores se cultivan sin esperar instantaneidad.  

No es una cadena que ata, sino un nudo que se ajusta. El Pragma permite que ambos crezcan individualmente, pero elige mantener el vínculo como un acto de libertad, no de obligación.  

 No es una página en blanco llena de promesas, sino un texto escrito a dos manos, con capítulos de risas, tachaduras y márgenes llenos de notas al pie que explican los silencios.


Desde la psicología humanista y la teoría del apego, el Pragma se relaciona con el amor seguro, No depende de la química inicial, sino de la voluntad de negociar, escuchar y reinventarse. Acepta que el otro no es un proyecto idealizado, sino un ser humano con contradicciones. Como diría Jung, es el amor que abraza la "sombra" ajena sin intentar corregirla. Las crisis no se ven como amenazas, sino como oportunidades para fortalecer el diálogo y la confianza.  

El Pragma, en esencia, es un acto revolucionario en una cultura que glorifica lo efímero: es quedarse cuando el relato social dice "huye".

A los que construyen Pragma:  

Su amor no es menos intenso por ser tranquilo. Cada desayuno compartido, cada problema resuelto con paciencia y cada sueño ajustado a la realidad son actos de heroísmo cotidiano. No se dejen engañar por la narrativa del "amor perfecto": lo que están edificando, ladrillo a ladrillo, es un refugio auténtico.  


A los que sufren por una ruptura o desencanto: Si un vínculo basado en Pragma se rompió, no fue por falta de esfuerzo, sino porque a veces dos personas crecen en direcciones distintas. Honren lo construido: ese amor los hizo más sabios, más fuertes y más capaces de amar de nuevo. El Pragma no muere; se transforma en un mapa interno que guiará sus próximos pasos.  

Y a los escépticos:  

El amor comprometido no es resignación, sino libertad en acción. Como escribió Octavio Paz: "El amor nace de un flechazo; la pasión, de una lucha; el matrimonio [o el compromiso], de un pacto solemne con la nada. Y de ese pacto con la nada nace lo único que existe realmente: la vida".  

San Pablo lo dice en su carta a los Corintios: El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo. No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad.Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo.

"El Pragma no promete eternidad, pero siembra sus semillas en el presente. Y de ese hoy, nutrido con paciencia, brota un mañana que vale la pena habitar juntos".


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