AMOR: LA PALABRA PERDIDA III

"Hablemos a hora de mi y el espejo que nos salva o nos devora esta es una confesión desde el laberinto del yo...

 -Asterion.

Algunas veces la etimología de la palabra nos nutre y nos da un punto de partida porque creo que es la raíz de lo que somos (y no somos). 

La palabra "philautia" (φιλαυτία) nace en Grecia como un eco de la paradoja humana. Se descompone en: φίλος(philos): "amigo", "amante", esa misma raíz que nutre a philia. αὐτός(autós): "uno mismo", el pronombre que señala hacia dentro.


Literalmente, es "amor a sí mismo", pero en griego antiguo esta idea tenía dos caras: una luminosa (el cuidado del alma) y otra oscura (el narcisismo que petrifica). Aristóteles advirtió en su Ética a Nicómaco:«El que no es amigo de sí mismo, no puede serlo de nadie… pero el que solo se ama a sí mismo, tampoco».


Philautia es el amor más íntimo y peligroso. Cómo decía Erich Fromm: La enemistad contra uno mismo es el núcleo de toda enemistad"(inconciente social) 



En su versión sana, es el amor propio que permite abrazar al mundo sin perderse. En su distorsión, es el ego que construye muros de espejos. La psicóloga Kristin Neff lo resume: «La autocompasión no es indulgencia; es tratarse con la misma ternura que a un amigo herido».

Pero cuando el yo se vuelve ídolo, Philautia se convierte en la prisión que describe Ovidio en el mito de Narciso:

«Se enamora de un reflejo sin sustancia, y muere ahogado en su propia belleza» (Metamorfosis, Libro III).

En la antigua Grecia, los estoicos practicaban philautia como autoconocimiento: «Conócete a ti mismo» (Γνῶθι σεαυτόν) en Delfos no era un mandato egoísta, sino una invitación a alinear el alma con el cosmos. Plotino, el místico neoplatónico, escribió: «Retírate a ti mismo y mira; si aún no te ves bello, imita al escultor que talla su estatua»(Enéadas).

Pero en el cristianismo medieval, el amor propio se asoció al pecado de soberbia. San Agustín tembló ante esta dualidad: «El amor a sí mismo, si no está ordenado al amor de Dios, es un río que se desborda»(Confesiones).

Hoy, en la era del selfie y la autoexplotación, filautia es un campo de batalla: ¿nos miramos para sanar o para adorar una máscara?

En mí, philautia es la voz que a veces susurra: «Eres suficiente», y otras grita: «Nunca serás suficiente». ¿Esa voz que escuchamos es nuestra?

Amarse no es inflar el ego, sino aprender a habitar la propia piel con sus grietas y fulgores. Como lo dice Virginia Woolf: «Un yo que fluye, no un yo fijo»(Una habitación propia).

Philautia es el arte de ser testigo y no juez. Dejar que la vida, como el agua en un estanque, calme las olas de nuestro reflejo.

El español no tiene una palabra para philautia, pero tenemos gestos: la mano que acarrea una cicatriz, el silencio que se permite llorar, el «basta» dicho frente al espejo. Somos Narciso y también somos Dafne, huyendo de la trampa de la imagen para convertirnos en árbol. Como citando a uno de mis poetas favoritos Fernando Pessoa:

«El poeta es un fingidor / finge tan bien que hasta finge que es dolor / el dolor que de veras siente». (Autopsicografia)

El amor propio es un viaje, no un destino. Requiere práctica diaria y paciencia, pero cada paso me acerca a una vida más auténtica y plena. Al final ¿No somos Imagen y Semejanza?


Comentarios

Jessy MoBo dijo…
En el amor propio aprendemos a conocernos y reconocernos, ser los primeros en valorar el esfuerzo diario y las metas alcanzadas, dejar de lado el "síndrome del impostor" y otra vez, reconocernos, respetarnos y establecer los límites que también harán que otros nos respeten