SANTA ÁGATA YI

En el corazón de Corea, en el sigón XIX, vivió una mujer llamada Ágata Yi. Era una época de gran persecución contra los católicos, y la fe era un secreto que se guardaba con cuidado.

Ágata Yi nació en 1810 en una familia humilde, pero llena de fe. Su padre, un hombre piadoso, la enseñó a amar a Dios y a seguir los pasos de Jesús. La joven Ágata se convirtió en una discípula ferviente, y su corazón ardía con el deseo de servir al Señor.

Pero la fe católica era un crimen en Corea. El rey Sunjo, influenciado por los confucianos, había decretado la persecución de los católicos. Los misioneros eran expulsados, y los creyentes eran encarcelados y torturados.

A pesar del peligro, Ágata Yi se mantuvo firme en su fe. Se reunía en secreto con otros católicos, y juntos celebraban la misa y compartían la comunión. La joven Ágata se convirtió en una líder en su comunidad, y su valentía y determinación inspiraban a los demás.

En 1839, Ágata Yi fue arrestada por las autoridades coreanas. La llevaron ante el gobernador de la provincia, quien la interrogó sobre su fe.

"¿Por qué te aferras a esta fe extranjera?", le preguntó el gobernador.

"Mi fe es la verdad", respondió Ágata Yi. "No puedo renunciar a ella, porque es la fuente de mi vida".

El gobernador se enfureció. Ágata Yi fue torturada y encarcelada, pero se mantuvo firme en su fe. En la cárcel, Ágata Yi se convirtió en una fuente de inspiración para los demás prisioneros. Los animaba a mantenerse firmes en su fe, y les recordaba que la verdadera libertad solo se encuentra en Cristo.

Finalmente, el 24 de enero de 1840, Ágata Yi fue decapitada en la plaza pública. Pero su muerte no fue en vano. La valentía y determinación de Ágata Yi inspiraron a otros católicos a mantenerse firmes en su fe. Y aunque la persecución continuó, la Iglesia católica en Corea siguió creciendo.

Hoy, Ágata Yi es venerada como una santa por la Iglesia católica. Su valentía y determinación son un ejemplo para todos los creyentes, y su legado sigue inspirando a los que buscan seguir los pasos de Jesús.

"La fe es la luz que guía nuestro camino", dijo Ágata Yi antes de su muerte. "No importa lo que suceda, siempre debemos mantenernos firmes en nuestra fe, porque es la única que nos da la verdadera vida".

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