ESTEBAN Στέφανος [Stephanos] ‘corona’ fue un diácono de la Iglesia primigenia de Jerusalén y protomártir (de los primeros mártires) del cristianismo. Se granjeó la enemistad de varias sinagogas por sus enseñanzas.
Vivió en el siglo I después de Cristo y tuvo muchos enemigos entre los judíos a causa de sus enseñanzas hasta que fue acusado de blasfemia y condenado a lapidación.
"Duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros siempre habéis resistido al Espíritu Santo. Como vuestros padres, así también vosotros. ¿A qué profeta no persiguieron vuestros padres? Dieron muerte a los que anunciaban la venida del Justo, a quien vosotros habéis traicionado y crucificado; vosotros, que recibisteis por ministerio de los ángeles la Ley, no la guardasteis."
San Esteban murió apedreado tras ser condenado a muerte por el Sanedrín. Esteban había enfrentado y criticado a las autoridades judías por no querer reconocer al Mesías y, peor aún, por haberlo asesinado. En represalia, las autoridades judías ordenaron que fuese arrastrado hasta las afueras de la ciudad de Jerusalén, donde sería ejecutado (cfr. Hch 7, 54-55).
San Esteban, mientras recibía el impacto de las piedras, alcanzó a decir con fortaleza: "Señor Jesús, recibe mi espíritu", y con su último aliento, puesto de rodillas, exclamó: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado", abogando por aquellos que le arrebataban la vida.
Fue el primero de los discípulos de Jesús que derramó su sangre en Jerusalén. Momentos antes de su lapidación afirmó que lo veía sentado en la gloria a la derecha del Padre.
Su martirio fue contemplado por Saulo de Tarso, un fariseo que, posteriormente, se convirtió en uno de los apóstoles de Jesús.
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