ATADURA VIII

Dolor y placer son imanes con el mismo polo. El Shibari juega en esa frontera termodinámica donde el gemido se bifurca en risa o lágrima. Los estudios sobre bioquímica emocional revelan que ambas sensaciones liberan endorfinas: el cuerpo no distingue agonía de éxtasis, solo sabe que está vivo. Las marcas que dejan las cuerdas al desatar son mapas de un territorio inexplorado: heridas que no sangran, cicatrices que iluminan.

Atar es un acto de fe en lo que permanece. Las cuerdas —fibras vegetales anudadas por siglos de savia— contienen memoria de bosques. Al envolver un torso, estamos repitiendo el gesto primordial: lianas que trepan en la selva, raíces que tejen el subsuelo, constelaciones unidas por hilos de oscuridad. El psicoanalista Erich Fromm decía que el arte salva porque nos recuerda que *pertenecemos*. Cada lazada aquí es un voto: creer que hasta lo más frágil puede sostener el peso de un universo




LXXI
Las medias blancas 
Sus muslos nemorosos...
Cordel de seda

LXXII
Encaje blanco
Muslos tejidos en red...
Luna de plata

LXXIII
Ligas y sedas
Nubil, serena dama...
Marea altanera

LXXIV
Nudo de seda 
Mordiendo tu muslo...
Dulce vendaval 

LXXV
Sutil aroma
En valle florecido...
Muslos ceñidos

LXXVI
Ligas y satín
Luna en el espejo...
Arrodillate

LXXVII
Nudo granate 
Mordiendo tu ingle...
Furiosa marea

LXXVIII
Purpura liga 
Tatuada en tu ingle...
Voz en el viento


LXXVIX
Mi soga roja
Envolviendo tu muslo...
Cima nevada

LXXX
Entre tus muslos
Danzan las serpientes...
Rios de plata

Omar Mohammed Ben Constantin 
ATADURA 2024

Comentarios

Jessy MoBo dijo…
Fiel testigo de los escritos y participe de ellos, dulce luna que acompaña cada texto